Para un estudiante que estudia
idiomas, el año en el extranjero podría ser lo más destacado de su experiencia
universitaria. Nueva comida. Nuevos amigos. Nuevos lugares. ¿Pero qué pasa
cuando vuelves? ¿Ha cambiado algo? ¿Te sientes fuera de lugar? Volver a tu país
de origen puede costarte mucho, ¿pero es realmente un “choque cultural
inverso”?
Muchos de nosotros extrañamos la rutina relajada de la vida en el extranjero, pero es natural que esta experiencia llegue a su fin. En este sentido, quizás lo que sentimos no es un choque cultural inverso, es simplemente nostalgia. Nuestra propia cultura no es ajena a nosotros, el problema es que hemos pasado tanto tiempo disfrutando de los diversos aspectos de otra, que también nos sentimos culturalmente apegados a ese país. Muchos estudiantes idealizan su regreso a casa, y debido a esto, el reajuste a su cultura primaria se vuelve aún más difícil. Pero quizás esto depende de en qué país la gente elija vivir.
Por experiencia personal, diría que la parte más difícil de volver a casa no es el cambio cultural, sino la idea de volver a la normalidad. El año en el extranjero está lleno de emoción y anticipación, por lo que es fácil sentirse decepcionado cuando la vida en el hogar simplemente sigue la misma rutina. El cambio que temíamos antes de irnos a estudiar al extranjero, de repente se convierte en el cambio que ansiamos ahora que hemos regresado. Sin embargo, la vida necesita una cierta estabilidad, y como estudiantes, es importante recordar el objetivo principal de este “viaje”. No solo nos enseña acerca de la vida fuera de nuestro país de origen, sino que también nos enseña algo fundamental sobre nosotros mismos y nuestra capacidad de adaptación.
Hay varias etapas distintas en la transición del año en el extranjero a la vida universitaria regular, y una de las cosas más difíciles de aceptar es que la vida continúa después de esta experiencia. Debido a que se ha anticipado durante tanto tiempo, a menudo no pensamos más allá de este año fuera de casa. Parece, entonces, que el choque cultural inverso está más relacionado con una sensación de incertidumbre en nuestros planes futuros, que con la cultura misma. Cuando volvemos, nos vemos obligados a enfrentarnos a la idea de la vida después de la universidad, y esa es la parte más "chocante".
Muchos de nosotros extrañamos la rutina relajada de la vida en el extranjero, pero es natural que esta experiencia llegue a su fin. En este sentido, quizás lo que sentimos no es un choque cultural inverso, es simplemente nostalgia. Nuestra propia cultura no es ajena a nosotros, el problema es que hemos pasado tanto tiempo disfrutando de los diversos aspectos de otra, que también nos sentimos culturalmente apegados a ese país. Muchos estudiantes idealizan su regreso a casa, y debido a esto, el reajuste a su cultura primaria se vuelve aún más difícil. Pero quizás esto depende de en qué país la gente elija vivir.
Por experiencia personal, diría que la parte más difícil de volver a casa no es el cambio cultural, sino la idea de volver a la normalidad. El año en el extranjero está lleno de emoción y anticipación, por lo que es fácil sentirse decepcionado cuando la vida en el hogar simplemente sigue la misma rutina. El cambio que temíamos antes de irnos a estudiar al extranjero, de repente se convierte en el cambio que ansiamos ahora que hemos regresado. Sin embargo, la vida necesita una cierta estabilidad, y como estudiantes, es importante recordar el objetivo principal de este “viaje”. No solo nos enseña acerca de la vida fuera de nuestro país de origen, sino que también nos enseña algo fundamental sobre nosotros mismos y nuestra capacidad de adaptación.
Hay varias etapas distintas en la transición del año en el extranjero a la vida universitaria regular, y una de las cosas más difíciles de aceptar es que la vida continúa después de esta experiencia. Debido a que se ha anticipado durante tanto tiempo, a menudo no pensamos más allá de este año fuera de casa. Parece, entonces, que el choque cultural inverso está más relacionado con una sensación de incertidumbre en nuestros planes futuros, que con la cultura misma. Cuando volvemos, nos vemos obligados a enfrentarnos a la idea de la vida después de la universidad, y esa es la parte más "chocante".
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