Monday, November 19, 2018

Una estancia buena y breve en la Comunidad Valenciana



València- la comunidad de la paella, de naranjas, y de fallas. Es en esta ciudad y en sus alrededores donde pasé tres semanas a finales de septiembre, y donde terminó  mi verano. Tuve la suerte de hacer un amigo en Warwick que vivía cerca de Valencia, en una aldea montañosa y pintoresca que se llama Olocau. Me invitó a quedarme con él y su familia y a ayudar en las clases de su instituto anterior, llamado ‘el colegio inglés de Valencia’. Fui para terminar mi año en el extranjero de manera divertida y para practicar mi español.  

Al principio, trabajar en el colegio fue un reto. La única práctica de castellano que había hecho durante mi año en el extranjero había sido en Francia, donde conocí a algunas profesoras españolas y hablábamos a menudo, pero cuando empecé a trabajar en Valencia esta falta de fluidez se mostró muy rápido. El impacto cultural también se manifestó en que nunca había estado en un colegio privado antes, y encontré el estilo de enseñanza más tradicional de lo que solía ver en Inglaterra. Sin embargo, me acostumbré rápidamente y mi español me volvió lentamente a lo largo de la primera semana, gracias a las habilidades gramaticales que había aprendido en mi segundo año en Warwick. Mi papel en el colegio, principalmente, consistió en ayudar a los estudiantes extranjeros a aprender español de nivel básico, y eso fue muy gratificante. Mis alumnos venían de varios países, por ejemplo, Escocia, Rusia, Lituania y Turquía y eso me pareció muy interesante. 

Mi pasión por las lenguas fue animada durante mi estancia no solo con el castellano, sino también con el valenciano. Sería fácil descartar el valenciano como un mero dialecto del catalán, y eso se debate mucho. Pero tuve la oportunidad de ir a algunas clases de valenciano, y me enamoré de él. Una profesora con la cual trabajaba lo hablaba fluidamente, y cuando le pregunté: ‘Normalmente, ¿prefieres hablar en castellano o en valenciano?’ me dijo: ‘prefiero español’. A pesar de eso, y las risitas de los alumnos cuando lo hablaban en sus clases, se veía que a ellos les gustaban los sonidos raros de esta lengua híbrida, y a mí también.  Me parecía que formaba una parte clave de su identidad. Encontré que el uso de valenciano estaba particularmente arraigado en las comunidades campesinas. Cuando caminaba por las calles de Olocau, algunos ancianos se sentaban siempre delante del ayuntamiento charlando, debajo de la bandera de color oro, rojo y azul, y siempre me saludaban con un coro de ‘bon día’. Además, por las noches había reuniones de toda la aldea y discursos en la lengua contra la violencia de género, y en el paso de cebra de la calle principal se veían las palabras: ‘Per la diversitat. La cosa más importante que aprendí durante mi tiempo en España es que es importante aprovechar cada oportunidad que se presenta para ir al extranjero y para practicar un idioma. Si pudiera haber cambiado algo de mi estancia, me habría quedado más tiempo allá, porque al final de estas tres semanas mi español habría acabado de mejorar. Creo que es muy importante que des a tu idioma extranjero la atención y el tiempo que necesita. 

Henry Thomas 
Final Year Hispanic and French Studies 


No comments:

Post a Comment